· 

King no perdió su ojo, por Dora Isabel Berdugo Iriarte

Buenos días, vecino

 Buenos días, vecino ¿Escuchó anoche el revolucio en el techo?

 Para nada.

 Baje al segundo piso y entenderá.

 Nos vemos luego vecino.

 Así será. Que le rinda el trabajo.

 

En el segundo piso observo un charco de sangre y a King en posición de ataque. King es pacífico, solo duerme y come, no se siente, ni siquiera peleaba con el negro que era un perro. Lo raro es que no está Barajas. Pregunto por ella y me dicen que después de la trifulca de King, con el amarillo que la frecuentaba, ella se marchó, porque King le sacó los ojos al otro gato. Según me contaron Barajas guio al amarillo a su casa y al parecer se quedó con él, por compasión. Misma que no tuvo con King, su compañero de vida, quien también perdió un ojo en ese combate.

Me devuelvo a consentir a King, el pobre ahora tiene la guardia baja, se levanta del piso con mucho cuidado y de repente de su cuerpo saca algo lleno de pelos, me tira aquello a mis pies, en medio de mi confusión me agacho con cuidado, para escudriñar lo que el gato quiere mostrarme...

No puede ser, no lo creo, King me ha entregado su ojo con la esperanza que pueda acomodarlo en su cara. Pero ya el órgano está muerto. No pude hacer nada por King para ayudarle, se lo dije con tristeza y lo entendió bien, eso creí en principio, porque desde ese día, custodia día y noche su ojo putrefacto, en una grieta que hizo con sus uñas en las escaleras del edificio.

 

Escribir comentario

Comentarios: 0