Creo que los educadores deberían educar a los niños como si fueran árboles, procurando que tengan raíces profundamente ancladas en la cultura propia de donde nacieron, un sólido tronco capaz de resistir las dificultades de la vida y una copa llena de ramas largas y abiertas hacia todos los demás, para aprender de lo que el resto del mundo tiene que decirnos.
José Miguel Viñals Ariño, Cónsul honorario del Reino del España a Timisoara, Rumanía.