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El puente Arcoíris. Cuento de Carmen Baeza

Cuando era niña, mi abuelo solía contarme una historia con su voz armoniosa y su gesto siempre bondadoso. Aún la recuerdo como si la hubiera escuchado ayer.


Había una vez un hermoso pueblo donde todo era azul. Las tejas de las casas, los coches, las farolas y hasta las ropas de los habitantes irradiaban ese profundo color. Sus habitantes vivían orgullosos de su mundo azul.

No muy lejos, entre montañas esbeltas, existía otro pueblo, pero allí todo era verde. El cielo parecía abrazar las alturas teñidas de esmeralda, y sus habitantes también sentían un gran orgullo por su tierra verde.

Sin embargo, esta cercanía se convirtió en rivalidad. Los habitantes de ambos pueblos comenzaron a discutir, cada uno convencido de que su color, su lugar, era el mejor. La envidia fue creciendo hasta desbordarse.

Un día, los habitantes del pueblo azul decidieron pintar de azul los árboles y plantas del bosque que los rodeaba. Mientras tanto, en el pueblo verde, los habitantes cubrieron todo el cielo que podían con un velo verde, ocultando la luz del sol.

Al principio, se sintieron victoriosos, pero pronto las consecuencias llegaron. En el pueblo azul, la pintura asfixió las plantas, que comenzaron a morir una tras otra. En el pueblo verde, la falta de sol y aire fresco también trajo destrucción. Ambos pueblos se encontraron rodeados de muerte y desolación.

Mientras el orgullo les cegaba, una tormenta colosal se alzó en el cielo. Furiosa, la lluvia torrencial barrió la pintura azul de los árboles y rompió los tejados verdes que ocultaban el cielo.

Asustados, los habitantes se refugiaron en sus hogares, temerosos de lo que vendría después.
Cuando la tormenta cesó, salieron lentamente, cautelosos, y entonces lo vieron: un arco iris resplandecía sobre ambos pueblos.

Era enorme, brillante, y sus colores entrelazados cubrían el horizonte. Fascinados, los habitantes olvidaron sus diferencias. Por primera vez, se miraron y vieron la belleza en lo diverso.

Unidos por la maravilla de ese instante, se ayudaron mutuamente a reconstruir lo perdido. Así, dos pueblos que habían vivido divididos levantaron juntos un lugar nuevo, donde todos los colores convivían en armonía.

 

Porque todos los colores tienen su belleza, y la vida misma está hecha de esa diversidad. Solo cuando aprendemos a respetarnos y a empatizar, podemos avanzar en este fascinante recorrido que llamamos vida.

 

 

Carmen Baeza Lores. Almería - España. Poeta y montañera. En la montaña pone el corazón, en la poesía el alma. Se define como aprendiz de poeta y de la vida. Con sus poemas, con sus textos, teje pensamientos poéticos donde se desnuda para dejar salir los sentimientos y su manera de percibir el mundo. Comprometida con la realidad social, participante activa en infinidad de eventos poéticos. Ha colaborado con sus escritos en numerosas antologías poéticas.

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Eladia Tristán (martes, 01 abril 2025 11:48)

    Cuando la sencillez se hace una con la belleza, surge lo exquisito. Tú lo bordas con esa crítica social y lo llenas de esperanza. Magnifico, estimada amiga.