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El sumo de los ratones cuento oriental. Antonio Duque Lara

 
  Erase una vez una pareja de ancianos muy pobres , que vivían en un pueblecito perdido entre las montañas.

 

Un día el viejo se fue, como siempre, a cortar hierba a los prados y colinas. Llegado a lo alto de una colina oyó unas extrañas voces, parecidas a gritos, que decían:

 

- ¡DENKASHO!¡DENKASHO!

 

-¡Cáspita! ¿Qué es eso?-, se preguntó extrañado; y siguiendo el sonido hasta su origen, se dirigió hasta la colina de enfrente a la que él estaba.

 

Al llegar a la colina, pudo comprobar que las voces provenían de dos ratones, uno delgaducho y raído, y el otro brillante y hermoso, que estaban practicando Sumo.

 

Esos gritos eran los que los ratones empleaban cuando se atacaban con fuerza, chocaban entre sí,etc. en su afanoso combate.

 

El anciano se escondió entre el hueco que dejaban en su centro dos árboles, y pudo comprobar, al mirar atentamente,que el ratón delgado y debilucho era el que merodeaba por los rincones de su casa. También reconoció al otro ratón, fuerte y hermoso, como el ratón que vivía en casa del potentado del pueblo.

 

El ratón de la casa del rico, como era fuerte y hermoso, cogía al escuálido y debilucho y lo volteaba una y otra vez, aunque el ratón de la casa del vejete no se rendía por mucho que perdiera, y volvía a atacar valerosamente una y otra vez.

 

El hombre vio como el ratoncito de su casa acababa la lucha de una forma lamentable. No se ocupó de cortar más hierba y volvió rápidamente a su casa, a contárselo a su mujer.

 

- Oye,oye. Acabo de ver una cosa terrible en la colina. Nuestro ratón estaba practicando Sumo con el del rico, y ha sido volteado una y otra vez. El pobre vuelve a casa con una facha horrible.He vuelto rápidamente porque he pensado que podemos darle de comer MOCHI. (Tortitas de arroz)

 

-Es una excelente idea. Voy a prepararle un exquisito mochi -,dijo la vieja al oír la palabras de su marido.

 

Entre los dos pusieron manos a la obra y rápidamente tuvieron preparado el mochi para su ratón. Se lo pusieron dentro del agujero donde estaba viviendo, en su casa.

 

-Bueno,ya está. Aquí  te lo dejo. Cómetelo y mañana gana , sin falta a ese ratón gordo y ricachón...

 

Aunque el ratón no parecía encontrarse allí, la anciana le hablaba como si estuviera. Esa noche el ratón se comió todo el mochi.

 

Al día siguiente el anciano salió de nuevo al campo, y cuando estaba cortando hierba volvió a escuchar las mismas voces que el día anterior. Se volvió a esconder tras un árbol. Allí estaban de nuevo los dos ratones luchando como el día de antes.

 

Aunque el día anterior el ratón rico había ganado con facilidad al del anciano esta vez la cosa no era tan fácil, ya que, por mucho que intentara derrotarlo, no lo conseguía.

 

Viendo que no podía con él, el ratón del rico se paró y le pregunto a su contrincante:

 

-¿Cómo es que en una noche te has hecho tan fuerte?

 

-Bueno, la verdad es que la fuerza me viene del mochi que comí anoche -, respondió el ratón de los viejecitos.

 

Al oír esto, al ratón del rico le entró mucha envidia.

 

-¿Voy contigo y me invitas a comer?

 

-Si te digo la verdad, los viejecitos de la casa donde vivo son bastante pobres y apenas tienen para comer ellos; así que imagínate el esfuerzo que les supone darme de comer a mí. Si trajeras muchas monedas de oro intentaría hacer algo por tí-, respondió el ratón de los viejecitos; entonces el otro:

 

-En ese caso ve preparando el mochi, que yo me encargo de llevar el dinero.

 

El viejo, al oír tal conversación, tuvo que hacer un gran esfuerzo para contener la risa. Volvió a su casa y se lo contó a su mujer, que, como él, se partía de la gracia de la situación.

 

Esa noche la anciana preparó ración para los dos ratones, y volvió a colocarla en el mismo sitio de la noche anterior. También, con un trozo de tejido que tenía, de color rojo, preparó la vestimenta de los deportistas de Sumo para los dos ratones.

 

Al poco rato vieron llegar al ratón del rico con una bolsa llena de monedas de oro. Los ratones se comieron el mochi y el ratón del rico volvió a su casa.

 

Al día siguiente, como los días anteriores, el viejo se fue a la montaña a cortar hierba y volvió a oir las voces, como los días anteriores:

 

-¡DENKASHO! ¡DENKASHO!

 

El viejo se acercó por los alrededores del lugar de la pelea y se puso a mirar. Los dos ratones peleaban con todo ardor, cogiéndose por debajo, por arriba, pero ninguno conseguía vencer al otro. Al viejo, al ver esto, le entraron ganas de gritar, para animar a su ratón, pero si lo hiciera,sabía que se asustarían y dejarían de pelear, por lo que se aguantó y se quedó escondido, mirando tras el árbol.

 

Poco después, como no se llegaba a un resultado definitivo, terminó el Sumo y el anciano volvió a su casa a todo correr, porque su mujer estaba esperándolo para saber el resultado de la pelea.

 

Llegó el viejo y le contó a su mujer cómo fue la lucha, ya con el cuerpo, ya con las manos...Al escuchar las explicaciones del viejo, tanto ella como él

 

se partían de risa. Y fue así como los dos, a partir de entonces, vivieron cómodamente con el oro que el ratón de la casa del rico les había traído.

 

Colorín, Colorado, este cuento se acabo.

 

 

 

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ANTONIO DUQUE LARA (Córdoba, España, 1956). Licenciado en Filosofía y Letras, Sección Lingüística Románica; desde 1982 reside en Japón, actualmente ejerce como profesor en Keiogijuku Universidad.

 

 

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