Dos nuevos poemarios del poeta español Alonso de Molina para la Colección Poetas de hoy, se trata de La posesión del Ágata y Las horas mansas de los lirios. El primero de ellos con prólogo de
Julio González Alonso (España) y reseñas del poeta Benjamín León (Chile) y del escritor Francisco Martínez Navarro (España). El segundo con prólogo de Diego Alonso Cánovas (España) y reseñas de
María Ángeles Lonardi (Argentina), Sol Barrera Santiago (México) y Lázara Ávila (EEUU). Ambos poemarios están ambientados en el Parque Natural Cabo de Gata –Níjar– Almería. La sublimación de la
poesía ante la naturaleza. Unir poesía y naturaleza es sublimar tanto la naturaleza como la poesía, hacerlas una y enaltecerlas a partes iguales.
La posesión del Ágata. Fragmento del prólogo por parte del escritor y poeta Julio González Alonso: El oficio de poeta es el de un experto y apasionado cirujano, abriendo las heridas y suturando
sus costurones. He dicho que esta obra de Alonso de Molina es una obra de amor. No es un amor ciego, sino surgido de las raíces, raíces, que seguirán creciendo y ahondando, se nutren a partes
iguales del sudor del trabajo en el esfuerzo milenario de la honradez y la pobreza que el poeta descubre y nos manifiesta sin tapujos: “Yo nací pobre. Como una hogaza de pan a medio hacer. Mis
padres eran aún más pobres que yo” (El mar acariciándome los pies). No hay autocompasión ni ensimismamiento en la pobreza y sus territorios, ni siquiera una explicación, sino la constatación, el
testimonio limpio de la vida abriéndose paso y buscando la felicidad de sus alegrías en las descripciones costumbristas de las estrofas.
Por su parte, el escrito Francisco Martínez Navarro, en su reseña, manifiesta: Coincido contigo, Alonso, “el subconsciente es un torbellino que parpadea en ti…” y que dure. Ese parpadeo, amigo
lector, el poeta lo articula en torno al motivo central de la piedra ágata: El ágata nos mira (…) El ágata es mi senda. Y, a partir de ahí, se inicia el viaje al pasado.
El poeta chileno Benjamín León, inquiere: La palabra ilumina al corazón callado de la piedra. Abre su resplandor ante la herrumbre, gotea en la memoria, dicta raíz y mar, palomas del desierto y
de la sal que aroma. El hambre y su radiografía, la niñez, la ronda de extranjeros que naufragan en el yo, el árbol de cenizas y el hueco del amor vencido.
Las horas mansas de los lirios. Fragmento del prólogo realizado por Diego Alonso Cánovas, escritor y poeta: Alonso de Molina es un poeta del sentimiento. Un poeta que escribe desde el sentimiento
hasta el sentimiento, directamente, sin apuntar a la razón. Ya, desde el inicio del libro, su “Exordio” es una maravilla, una auténtica lección de lenguaje al servicio del deseo que subyace al
sentimiento amoroso. Se trata de una de las formas más bellas de describir a “ella”. Una verdadera obra de arte poético que se mantiene a lo largo de los 32 poemas que componen este libro, con
“ella” y “el deseo” –la pulsión erótica- impregnándolo todo.
María Ángeles Lonardi, poeta argentina, en su reseña, indaga: No sé por qué me imagino el arenal al alba, cuando los tonos rosáceos del amanecer te cautivan y hablan por sí solos...y el Cabo de
Gata es el celoso guardián de todos los secretos.
En tanto, la poeta mexicana Sol Barrera Santiago, en su reseña comenta: Todos los lugares son poesía si las describen tus manos. Avanzo hechizada, me entrego en paz y plena a la lectura de “Las
horas mansas de los lirios” de Alonso de Molina, él será entonces: “Un manso Zeus eyaculando estrellas”.
Lázara Ávila Fernández, escritora y empresaria cubana, residente en los Estados Unidos: Asentado en un fino erotismo, cada poema le pone voz al ser desde el sentimiento; siempre sorprende por su
verso repleto de imágenes que catalizan la palabra, y en esta ocasión, de nuevo, la red de lo dicho nos atrapa.
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