Aquel día en que decidí defenderme había niñas de etiquetas, que querían entrar a jugar, y no me daban lugar porque era del campo, fue en ese momento en que debo haber vociferado algo, ya no sé qué, y se hizo un transitorio silencio en mi alrededor de inmediato.
Todos quedaron sorprendidos, mis compañeras me miraban , y una de las chicas cercanas a mí, dejó caer la frase que desde entonces no se me ha ido
de la memoria:
¡Oh… la del campo, sabe hablar!
Y aquí estoy hablando ante ustedes, todavía, con fervor y efusivamente, ¡como nunca pensé!
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