Las placidas tardes trascurrían frente a un tablero de ajedrez.
Con sus vasos de vodka retomaban la habitual partida que a diario entablaban como una religión, ajenos al griterío de los niños y al cuchicheo de las madres que con despreocupación tomaban
la plaza.
Eran hombres serenos de manos curtidas que hablaban de las cosas importantes de la vida: del tiempo, de la tierra, de la cosecha, de las piernas de Natacha.
Cada brindis era un chinchín a la vida y a la amistad, hasta que un día las balas determinaron que cada uno debía de estar en un bando.
Microrrelato de 100 palabras
#DeSuraSurEdiciones
#Noalaguerra
Imagen: composición LG- fuentes pixabay
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