El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
-soñaba altos muros
guardándote el alma-,
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entrada tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.
Pedro Salinas
Presagios (1924)
Toda una reflexión poética sobre un alma pura y accesible, pero a todas luces inalcanzable para el poeta, que, de alguna manera y a través del poema, busca atajos y muros imaginarios. Pedro
Salinas explora la transparencia y libertad del alma amada, frente a los límites y esfuerzos del deseo. Un canto a la vulnerabilidad y la esencia abierta, sin fronteras.
El poema pertenece a Presagios (1923), la primera colección poética de Pedro Salinas, quien formó parte de la Generación del 27. Este libro refleja influencias
de autores como Bécquer, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, y explora temas como el amor, la esencia de las cosas y la búsqueda de lo absoluto. Salinas buscaba una poesía auténtica, despojada
de ornamentos excesivos.
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