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Puñal de Luz de Emilio Prados. Poema Comentado.

 

 

Este cuerpo que Dios pone en mis brazos

para enseñarme a andar por el olvido,

no sé ni de quién es.

                  

                   Al encontrarlo,

un ángel negro, una gigante sombra,

se me acercó a los ojos, y entró en ellos

silencioso y tenaz igual que un río.

 

Todo lo destruyó con su corriente.

Los íntimos lugares más ocultos

visitó, alborotó; fue levantado,

violento, dulce, atropellado y roto,

a otro mundo en los bordes de mi beso:

única flor aún viva en el espacio,

que en más fecundo ardor cambió la ausencia.
 

Luego en mi carne abrió sus amplias alas,

 —alas de luz y fuego de tristeza—,

 clavándome sus plumas bajo el pecho

 todo temblor y anuncio de otras dudas...

 

No sé qué vida, así, podrá encenderme

la entrada de este ángel.

 

                          Soy un templo

 arruinado, desde que vino a mí:

 farol vacío;

 como puerta cerrada de lo eterno...

 

Y lo que fui no sé: quizás lo sepa,

 cuando este cuerpo vuelva a abandonarme

 y yo vuelva a nacer desde mis labios

 despegado al calor que los concibe...

 

Mas hoy, por fin, he detenido al día

 le he destrozado el corazón al tiempo,

 aunque dentro de mí como una daga,

 siento al ángel crecer que me atormenta.

 

 

Emilio Prados, (1899-1962) prominente poeta español de la Generación del 27, poetas reconocidos por su rica experimentación con el lenguaje y la profundización en temas existenciales y emocionales. Prados destaca por su habilidad para entrelazar imágenes líricas con una introspección profunda y conmovedora.

 

De manera particular en este poema, Prados explora la sensación de alienación y transformación interna. La figura del "ángel negro" actúa como un símbolo de una presencia perturbadora que invade el yo poético, desestabilizando su sentido de identidad y existencia. A través de una serie de metáforas y descripciones vívidas, el poeta logra transmitir la lucha interna del narrador, atrapado entre el olvido y la búsqueda de un nuevo renacer.

  

La estructura del poema, con su ritmo fluido y el uso de versos que se prolongan más allá del final de un verso, refuerza la sensación de continuidad y flujo ininterrumpido de pensamientos y emociones. La repetición de imágenes como "alas de luz y fuego de tristeza" y "templo arruinado" subraya la dualidad entre destrucción y esperanza, destacando la complejidad del viaje interno del narrador.

 

De alguna manera, este poema de Emilio Prados es un ejemplo vívido de la capacidad del poeta para capturar y expresar la profundidad de la experiencia humana, utilizando una mezcla de imágenes poderosas y un lenguaje cuidadosamente elaborado. Su obra invita a reflexionar sobre la naturaleza de la identidad y la transformación personal en medio de la adversidad.

 

Javier Amable

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