El silencio de la ida
Llegó el invierno con la frialdad del silencio.
Los recuerdos se marcharon,
dejaron un hueco interminable.
Las manos vacías e inertes
Los ojos grandes y perdidos.
Y la voz apagada en la garganta.
Que sutil adiós de vida,
de esperanza,
que no logra superar tanta agonía,
de consuelo,
que resiste un instante en el laberinto del olvido.
Y dicen que se vuelve a la niñez,
pero sin risas y sin cantos,
Sin ser.
Llegó ese invierno que no verá la primavera.
Será largo, sombrío y perpetuo.
Ese mundo desconocido,
donde todo se omite y apaga la vela de la vida.
Lágrimas de cera
Hoy la Saeta la canta
el corazón dolorido,
Las cadenas del pasado
arrastradas por los miedos,
pero estos dan coraje
para que la lengua suelte.
Los rencores despiertan
de heridas no cicatrizadas.
Los muertos ya no están para quejarse,
los pies andan descalzos
sin trono ni cristo que llevar.
Las almas están de duelo
por tanta batalla inútil,
ante los abrazos sin dar,
la soledad del que yace
que no regresara.
Hoy la Saeta se canta
a este mundo enloquecido,
y a la pena de esta guerra
que arrastra a la incomprensión,
Esta primavera...
De flores negras,
velas de pasión
y lágrimas de cera
en el corazón.
Nana de libertad
Duerme mi niño,
duérmete ya,
que viene la madrugá
y te va a despertar.
Que tus sueños perderás
sin viajar a las estrellas,
las caracolas del mar
y sus sonidos de espuma.
Nana de libertad
Duerme mi niño,
duérmete ya,
que viene la luz del día
y te dará libertad,
para dibujar la vida
entre sueños de cristal.
Para sentir los latidos
y tener hambre de verdad.
Te llama la claridad,
aurora de la agonía,
te muestra la dentadura
brillantez de la esperanza,
que abriga tu osadía.
¿Quién, cuándo, cómo y por qué?
Quién caminó
descalzo sobre mis huellas?
derramó lagrimas sobre mis penas
y abrió los sueños sobre mi almohada.
Quién cerró cicatrices sobre mi tálamo?
Sintió el frio sobre mi savia
y enseñó a mi mente a subsistir.
Engendró la fuerza sopesando mi fragilidad,
mi inquietud, y mis miedos para bregar.
Quién ama con mi sangre?
con los pliegues de mi envoltorio,
abrazado a mi único ser.
Cuando la misma luz de luna te alcance,
cuando la misma gota brote de tu llanto,
cuando mi miedo susurre a tus oídos,
la misma sangre fluya de tu latido y
subas retando las mismas piedras
que te transporte hacia la cumbre de mi existencia.
Solo entonces, sentirás y sabrás algo de mí.
¿Quién, cuándo, cómo y por qué?
Carmen Baeza Lores. Almería - España. Poeta y montañera. En la montaña pone el corazón, en la poesía el
alma. Se define como aprendiz de poeta y de la vida. Con sus poemas, con sus textos, teje pensamientos poéticos donde se desnuda para dejar salir los sentimientos y su manera de percibir el
mundo. Comprometida con la realidad social, participante activa en infinidad de eventos poéticos. Ha colaborado con sus escritos en numerosas antologías poéticas.
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