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Poemas de Francisco Aranda

I

 

Y abro los cálices de la memoria

de luz ardida y sin tiempo.

Y busco en el secreto pozo la voz erguida,

la razón de amor que arroba el aire. 

Y llamo a la sutil desnudez de la palabra

en los entreverados bosques, por sus pasillos

de hojas huidizas y miel en las copas.

 

Y abro los cálices de la memoria,

Y saber, y después no saber nada.

 

II

 

Después de todas las revoluciones traicionadas

y de la traición de todas las revoluciones 

yo me quedo con la hermosa caligrafía de tus ojos.

 

III

 

Después de amar, amor, queda tu semblante

desnudo. Y destella mi sangre a lomos de la brisa.

Los blancos jinetes del sueño sobrevuelan 

tus senos, y es tu sexo una mariposa cercana 

a la luz que abisman los geranios.

 

IV

 

A veces no sé de qué se habla,

no sé qué verbos se conjugan.

Es como si Dios hubiese babelizado 

las conjuras a la hora del café.

 

V

 

Y un solo racimo de verdad a modo de espejismo. 

Tejías metáforas con hilado de pupila y lágrima,

tú, sutil, perspicaz, aérea y terrestre. 

Ecos tal vez con unánimes barreras de humo y sombras.

Sentada al borde de tus labios,

fuiste nombrando cada cuenco de arcilla 

que al menos incienso rezumaban.

Y un solo racimo de verdad a modo de espejismo 

en esta gran metáfora de los días y las noches.

 

 

VI

 

Katherine, noche nupcial.

Las guirnaldas de tu cuello 

son un hilvanado de dulces promesas 

cada hora del día como uvas de un prolijo racimo. 

El reloj se torna sonrisa, música silente 

porque el tic-tac emergió 

de la oración de un pentagrama.  

Has salido del trasfondo de una acuarela 

con un violín entre las manos. 

Qué hermoso es tu vestido, 

parece un lagrimal de dicha 

caído levemente hasta tus pies 

al igual una lenta catarata. 

Te amo, te amo y te escribo, 

te pertenezco, blancas sombras, 

luz blanquísima, cielo y mar 

abotonados a mi pecho, 

y tierra firme ardiendo suavemente.

 

 

 

VII

Dime, echada en tu sofá, tu noche luminosa

de sueños presagiados en el día, 

en el día construidos con apenas una imagen lúcida. 

Yo en la mar - mañana de blancas espumas-, 

blandiendo pañuelos azulinos con mi gorra marinera,

timón y velas al pairo, las aguas me conduzcan 

hasta ti con sus súbitas gaviotas de fuego, 

albatros como puñales encadenados a mi vida. 

Callemos un instante sin embargo, boca a boca entregados 

al silencio de otra música: destino.
 

Eternidad, sublime hallazgo de una muerte amantísima, 

no solo la vida posee jardines y constamos 

como río que conoce su deriva, ciega a veces.  

Muere también el mediodía,  cielo, cielo, convoco 

tus inmensos ojos enigmáticos.

 

 

VIII

Él 

La noche está en sazón y no te hallo.

 

Ella

Yo aún te busco y no te encuentro. 

Ambos perdidos en esta oscuridad bellísima.

 

Él 

Las estrellas están llorando, desconsoladas gimen. 

Clamor de luz nostalgiando besos.

 

Ella

Dónde estás, amado, en qué encrucijada te perdiste. 

Tus manos de lirio son la medida de mi corazón.

 

Él 

Ya oigo tu voz, tu respiración casi detenida. 

Blanden farolas sus cabezas encendidas. 

Las mece el viento del sur.

 

Ella

Tu perfume de almizcle también aroma mis cabellos. 

Estás aquí, cegados mis ojos no puedo contemplarte.

 

Él 

Abrázame entonces, sean nuestras pupilas nuestros sensitivos poros. 

Piel con piel el mundo se conmueve. 

Gracias, Señor, somos dos avecicas en su nido mientras,
sazón de la noche, bebemos nuestra sangre en un cuenco de arcilla.

 

 

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Francisco Aranda Cadenas nace en Málaga en 1966 y se forma como Bibliotecario - Documentalista, aunque realizó también estudios de Filología Hispánica en la UMA y de Filosofía en la UNED. Actualmente reside en Almería.

Varios Libros publicados: Lirio- Delirio, El abecedario de las aceras, Hoy ya no llueve de memoria, Las manos de Mónica, entre otros.

Ha publicado en diversas revistas literarias.
Desarrolla la técnica del collage y poemas visual.

 

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Comentarios: 2
  • #1

    Rafael (martes, 07 enero 2025 16:27)

    ¡Bravo! Es todo un placer leerte y sentir con lo escrito. Un fuerte abrazo.

  • #2

    Francisco (martes, 07 enero 2025 20:51)

    A Paquito Aranda Cadenas, quien sabrá comprender..

    Acuso recibo de tu manuscrito,/ junto al que hoy discurre El Porvenir./ Ante esta entrega he de decir/
    Que hay valía en el detalle, en el rito/
    De honrar "palabra en el tiempo" y sentir/
    El vértigo de un vivir infinito,/y la intuición de poder compartir/ el "sentipensar" del hombre en tu escrito./
    Es tu poesía arcano de sentido/ incierto encuentro con la plenitud/
    Senda de luz, cántaro de virtud/Bofetón de guante al materialismo/
    Uso irracional de incomprendido civismo/ lesa condena, socrática virtud...