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—Sólo Dios sabe cuánto te quise.
Gabriel García Márquez,
El amor en los tiempos del cólera.
Para Sergio (SICR)
Te conocí un lunes. Era julio.
El mismo mes en que comencé
a escribir poemas trece años atrás.
El verano abrumaba el desierto,
la oficina donde descubrí este amor
tan permanente como la luz.
En esa empresa nadie se enteró que yo te amaba.
Solo Dios supo que humedecí mis manos
con lágrimas por la fractura del vínculo.
Solo Dios supo que me embriagué con mi llanto cuando me separaste de ti y estuve sumergida en la nostalgia de esas semanas en que decliné la invitación de recorrerte entero hasta morirme.
En esa empresa nadie supo que te escribí cartas,
nadie vio cuando te regalé mis libros.
No existen los reemplazos. Otra no podrá llenarte como yo,
otro no me dará lo que de ti amé.
Solo Dios supo que te pensé en Navidad
y se me partió la vida.
Solo Dios supo que le imploraba con mi carne y mi obstinada voluntad
que me regresara el sueño milagroso de amarnos estallando entre las calles y el tránsito después de la jornada obligatoria.
Suplicaba que el tiempo se volviera a mi favor
y responder que sí a la entrega,
al deseo de explorarnos hasta el alma y los rincones
de todo nuestro templo.
Suplicaba la oportunidad que nos hizo coincidir
y cambiarnos el destino al encontrarnos.
Lamenté la herida, la súbita distancia, el estrés, los errores administrativos, la terminación abrupta de un contrato laboral que no extrañé pero que necesitaba para verte.
Me atormentó tu ausencia y esa zona de trabajo que dejé sin pretenderlo
y sentí la urgencia de sumergirme en tu cuerpo
y después de la partida involuntaria habité en la delicia de tu boca,
aromada de verdad y de ilusiones.
Desde el arrepentimiento, desde el dolor secreto
por el recuerdo del contacto preciso con tu piel
y el instante de la sublime exquisitez de tus besos
propago mis palabras en ti.
Antes de irnos, antes de cerrar los ojos,
perdóname.
Regalo de cumpleaños
Para Fernando (JFVD)
Me desbordo entre tus manos
que no saben escribir te amo.
Esta es la hora en que estás soñando
solo en tu habitación sin mí
sin el deseo urgente de mi cuerpo
necio que te necesita.
Qué pena andar temblando entre las calles
mientras te busco y te escondes de mí
en la noche de tu cumpleaños
no te digo nada, no te abrazo,
pero te escribo incansable
con la esperanza de que la luz de Dios
te resplandezca los ojos
y me veas y me sientas y dirijas tus manos
a mis manos que te esperan
escribiéndote con toda la poesía
que cabe en el universo.
Esto es una guerra y me costó entenderlo
Para Ángel (AEFC)
Ángel, tengo tu nombre borroso en la penumbra
tu nombre pesa
lo llevo cargando a todos lados
me sale de la boca como vapor de agua.
Mis pies están congelados
apenas puedo sostenerme
entre el sueño y las tormentas
mi fe se expande como clavales calientes.
Tu nombre se borra de mi piel
de mi corazón helado
desaparece como el humo y las flores heridas
nuestros cuerpos se apagan
el frío nos separa para siempre.
Esto es una guerra y me costó entenderlo
tal vez estés en una cama con las alas incendiadas
junto a una mujer que nunca podrá darte poesía como la mía.
Últimas palabras
Para Alonso (JAMC)
Ayer pensé en la muerte
en el dolor que sentiría
si tuviera que besarte la mano
y cerrarte los ojos.
Pensé en los días contados
que tendré que soportar
verte de lejos
en el invierno de tus labios
dueños de mí
en el silencio del sueño
sentí mi alma mojada.
Doce años sin mirarte
cuántos veranos vacíos y mis brazos
que ya no recuerdan ni tu aroma
y mis instintos anhelantes
que te recuerdan prohibido
y te desean y te piensan y te buscan.
En el asombro veo el amor
que te ofrecí en poemas.
Los mejores amigos son todo lo que somos
y seremos, amor,
más allá de esta constelación.
El poema que tal vez nunca leas
Para Cristian (CEIQ)
Me separo de ti, querido mío. Vivirás en mi memoria hasta que envejezca y muera y en el eterno cielo pensaré en tu salvación.
Te digo esto a cualquier hora porque sé que ya no tienes ganas de leer mis palabras.
Esa manera tuya al despreciar mi alma me fracturó.
Admito esa manera absurda de querernos y no desear que el corazón se nos hiciera polvo. Quise esa manera tan ruda de levantarme cuando alguien más me sacudía con mentiras.
Imagino otra vez mi vida sin que te enteres de mi tristeza y de mis poemas.
Algo dentro de mis entrañas se rompe y me duele porque yo sí te quise amar pero no me diste tiempo.
Dios ilumine tus hermosos ojos para que me leas, solo eso, leerme a mí, leer lo que te digo, eso amaré de ti.
Nayeli Rodríguez Reyes (San Felipe, Baja California, 26 de agosto de 1992). Es licenciada en Lengua y Literatura de Hispanoamérica por la Universidad Autónoma de Baja California. En el 2014 obtuvo el segundo lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario José Emilio Pacheco en poesía. Algunos de sus poemas aparecen en Carruaje de pájaros, Punto de Partida, Universo de Letras UNAM, Letralia, Tiberíades, Hoyloleo, Revista Literariedad, Metáforas al aire, Hipérbole Frontera, Gaceta la experiencia de la libertad, La poesía alcanza para todos, Revista Primera Página, Bitácora de vuelos, De Sur a Sur Poesía y Artes Literarias... entre otras. Publicó Paroxismo en el 2018.
Ha participado en lecturas de su obra en distintos foros como el VII Encuentro de Poetas y Narradores <José Rubén Romero> de la Feria Intercultural del Libro de Tacámbaro. Charla: “Paroxismo; Conversaciones sobre la literatura cachanilla”, Universidad Xochicalco (2022), Festival Internacional de Poesía Soñéis con un poeta (2021), II Ciclo de lecturas en línea. La piel verdadera. Poesía mexicana actual escrita por mujeres (2021), Festival de poesía desde casa (2020), Feria Internacional del Libro UABC (2019), Encuentro de Escritores Mares de Tinta (2019), IV Encuentro para Jóvenes Escritores Tinta Fresca (2018), III Encuentro de Literatura Regional (2013) y Programa literario de Sala de Lectura Cecut 31 Feria de Libro de Tijuana (2013).
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