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Humildad y Silencio. Por Sara Harb

“…para que se entienda lo que se
pretende que el silencio diga…”
Sor Juana Inés de la Cruz

 

No siendo una persona con algún credo en particular, con ancestros de fe musulmana, emprendí el Camino de Santiago sin la aspiración de una recompensa de iluminación, no era esa mi motivación.

 

Pensé por lo investigado, por lo consignado por seguidores del credo católico, conocedores del sacrificio del apóstol, que los caminantes que me encontrara vendrían con propósitos de compasión o perdón. Sin embargo, los que vi, en número mucho mayor de lo que esperaba, no me parecía que venían en actitud de recogimiento.

 

Emprendí el camino como una entrega, como una acción de gracias para honrar a mis ancestros, a los seres que me asisten. Luego de un período de grandes dificultades, estaba en una situación positiva que me pedía agradecer.

 

No imaginé lo que en realidad significaba. Haciendo la corta etapa entre Sarria y Santiago, me propuse hacer un registro fotográfico minucioso sobre lo que el paisaje y los senderos me dictaran. Descubrí, al enfrentarme al territorio, que el camino también se trataba de una medida de la potencia física, de ser capaz de lograrlo.

 

Al revisar las fotografías de los primeros días, lo que más llamó mi atención fueron las flores silvestres; minúsculos brotes sin alcurnia asomados al sendero con toda su belleza y esplendor que pasan inadvertidos a los ojos del caminante, del peregrino de hoy. Las flores en humildad mostraban colorido, ofrecían un aroma que perfumaba el camino.

 

Pensé entonces en eso. Comprendí lo que se daba allí. El Camino tiene algo que mostrarte, la verdadera dimensión de cada uno. Es un llamado a la sencillez para no sucumbir en el intento, dar la talla frente al terreno. En actitud humilde, pedir ayuda cuando se requiera, admitir la fragilidad propia, dejarse ayudar, y ofrecer ayuda cuando se necesite.

 

Aprendizaje importante es el de inclinarse ante un entorno poderoso, reconocer el propio tamaño, nuestra exacta dimensión y potencia. Esa talla personal, secreta es solo interés de cada uno.

 

A pesar de mi escepticismo, esperaba que una cosa trascendental sucediera, que fuera apoteósica, como la aparición de una divinidad. Un brillo, un rayo, no sé, un hecho especial; como consecuencia lógica de estar ahí, como uno más uno, son dos. Camino y revelación. Pues no, no fue así. Solo cuando lo terminé, entendí de qué se trataba.

 

Superado en cinco días el reto físico exigente de ese tramo, ya en la sexta decena te das cuenta de que para hacer el recorrido completo se requiere tener menos años o más tiempo. Regresé a casa en un estado alegre, optimista. Me vino a la mente Sor Juana Inés de la Cruz cuando en su carta a Sor Filotea de la Cruz habla de la humildad y del silencio. “…el callar no es no haber qué decir, sino no caber en las voces lo mucho que hay que decir…”.

 

        El silencio para lograrlo, se debe hacer un gran esfuerzo; todo grita: la televisión, los teléfonos, las distintas plataformas musicales, las ciudades, todo. Fue una sorpresa mayor encontrarme con la algarabía de la gente en el Camino: era extrema. Para lograr hacer silencio, callar mi voz interior, tuve que hacer acopio de mi concentración, también recordar mis prácticas de yoga realizadas durante varios años.

 

El silencio es una herramienta cargada de significado, puede hablar sin palabras; es necesaria una sintonía emocional y cognitiva. Comprender que se debe, no solo aprender a callar, sino a escuchar. En el silencio se da una forma de comunicación que no es neutral ni vacía. Sabía que esta vez, aunque lo lograra, no debía esperar nada, pero en el fondo quería que algo sucediera. Con el paso de los días noté que sí, que un tanto en mí que no se puede poner en palabras había cambiado. Estoy muy agradecida.

 

 

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Sara Harb Said

Nacida en Barranquilla, Colombia, primera generación en Colombia de inmigrantes libaneses, y francesa, es una cineasta en ejercicio por más de treinta y cinco años. Ha publicado cuentos y poemas esporádicamente en medios impresos y virtuales, tales como Travesías del Sueño y El Relojero de Ginebra. Ha sido traducida al inglés y al italiano. Publicado libros La transparencia del Arroz y Cambio de rumbo. Ha escrito seis largometrajes de ficción y varios cortometrajes. Políglota certificada en inglés, francés e italiano. 


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