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Siete poemas de Sara Vanégas Coveña (Ecuador)

 

LA ESPERA

 

y te he esperado sin rastro

 

y sin prisa

 

sobre todos los puentes

 

las cúpulas azuladas del verano

 

a través de los túneles interminables de la noche

 

en todos los andenes

 

lejos del mar y sus sirenas

 

te he esperado en esta ciudad

 

y en todas las ciudades

 

mientras la sombra crece sobre mis manos y el viento

 

es un mensaje ronco sin ventanas

 

te he esperado de cara contra las vitrinas

 

en el eco intermitente del teléfono

 

en los cuadros del Prado

 

y en las calles

 

pero más te esperé en las paredes repetidas del Cristal

 

y puedes creerme:

 

solo asomó tu silueta tras una de ellas

 

en el momento exacto en que yo partía

 

 

 

PASEO

 

una torre de hojas se desploma contra tu sombra

 

y tu sombra cruje toda verde

 

húmeda y libre mientras te alejas

 

 

 

un pájaro extraviado sueña anidar en ella

 

                        ***

 

llegas con levedad de golondrina         

 

geranios en el pelo

 

un enorme corazón de chocolate en el pecho

 

te miras en el breve aljibe

 

bordeado de hierba fresca

 

y nuestras sombras se juntan//

 

¡cómo me conmueve mirar esta fotografía!

 

 

 

DE CHIRICO   

 

el que pintaba edificios

 

en ruinas y estatuas congeladas

 

plazas de antiguo linaje y

 

sombras

 

el tren en el horizonte que se confunde

 

con las nubes o el humo de una chimenea

 

que ya no existe/

 

de Chirico y su sueño de poeta

 

solitario empedernido

 

ausente en su propio cuerpo

 

único habitante en esa su soledad a solas

 

 

 

LA FARAONA

 

fantasmal

 

la borrada de la historia y la memoria  

 

Hatshepsut

 

ronda su antiguo paraíso

 

con una flor de arena perpetua entre las manos

 

tan cerca del Nilo sagrado

 

de su templo y de su tumba/

 

sepultada por siglos de arena y tiempo

 

 

 

CATEDRAL SUMERGIDA

 

entre burbujas de asombro

 

los peces le hacen espacio/

 

fantasmales bajo el agua

 

naves altares retablos

 

agujas que apuntan al cielo

 

más allá del naufragio

 

el rosetón: ya pálidos colores/

 

seguirán repicando las campanas/

 

aturdido

 

un ángel busca sus alas

 

entre crustáceos algas y la sombra

 

rota de algún poeta

 

 

 

SIGNOS  

 

el oleaje al retirarse deja en la arena

 

trazos indescifrables

 

como huellas de pájaros

 

 

 

caminas sobre esos signos

 

y ensayas

 

ausente

 

tu propio vuelo

 

***

 

sobre este poema crecerá hierba                     

 

y crecerán cerezas

 

la sombra alargada del ocaso/

 

tus ojos tristes lo leerán mil veces

 

hasta que la maleza lo cubra por completo

 

y solo permanezca su sombra en tus ojeras

 

ya sombra también

 

 

 

ALUCINADA

 

                A Alejandra

 

cómo acallar las voces que me habitan cómo ignorar la insólita presencia de pájaros muertos en mis manos cómo desmantelar la tienda de la locura y volver a la sencillez desnuda de mi nombre…

 

 

Ensayo Personal

 

1.- “En el principio era el Verbo”, reza en las Sagradas Escrituras (Evangelio según San Juan). Es decir, la Palabra, la Poesía. Esto significa que la Poesía estuvo presente en el mundo desde siempre.

 

2.- Según una idea atribuida a Shelley, hay un solo poema a lo largo de la historia, al cual cada vate va agregando su propia obra, en una suerte de cadáver exquisito muy peculiar. La idea es fascinante, desde luego, y nos permite soñar con ser parte de ese poema infinito, universal.

 

3.- “Se vive con la esperanza de ser un recuerdo”, sentencia Antonio Porchia, por otra parte. Y claro, ¿a quién no le gustaría –en el caso de los poetas- ser recordado(a) con algún verso de su autoría? (Se me vienen a la mente estas líneas de Manuel Gutiérrez N.: “¡No moriré del todo, amiga mía!/ de mi ondulado espíritu diverso/ algo en la urna diáfana del verso/ piadosa guardará la Poesía”. Sí, nuestra Señora la Poesía.

 

En cuanto a autores adorables, mencionaré solo unos cuantos: García Lorca, Whitman, Bachmann, Celan, Hikmet,  Berk, Trakl, Pessoa, Pizarnik, D. M. Loynaz, César Dávila, Orozco, Paz…

Sara Vanegas Coveña (Cuenca, Ecuador, 19 de octubre de 1950)

Universidad del Azuay
Academia Ecuatoriana de la Lengua

Embajadora Universal de la Paz

 

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