El Panecillo o Shungoloma[1] es una colina ubicada en pleno centro de la ciudad de Quito, capital de Ecuador. Su nombre en quichua[2] significa "la loma del corazón". El nombre de "Panecillo" fue asignado por los españoles debido al parecido de la loma con un pequeño pan. Shungoloma, colina sagrada para los incas, tenía un significado sagrado incluso antes de la época inca. Vista desde el cielo, la loma tiene la forma de un animalito característico de Quito, el "quinde" o colibrí.
Shungoloma: Un Lugar Sagrado Precolombino
Shungoloma era considerada una loma sagrada por los incas y, antes de ellos, por las culturas pre-incas. Vista desde el cielo, la colina adopta la forma de un colibrí, conocido localmente como "quinde", un animalito emblemático de Quito. Este simbolismo natural agrega una capa de significado a la colina, que ha sido un lugar de reverencia y conexión espiritual durante siglos.
En la cima del Panecillo se encuentra una estatua de la Virgen María, que es una clara manifestación de proselitismo religioso. La escultura original de la virgen, conocida con varios apelativos como "la Virgen de Legarda", “Virgen del Apocalipsis”, “Virgen alada”, “Virgen bailarina”, tallada en madera con 30 cm de altura, fue creada por el artista quiteño Bernardo de Legarda, un destacado artista de la Escuela Quiteña. En 1976, el artista español Agustín de la Herrán Matorras erigió una versión monumental de la Virgen en aluminio.
La colocación de esta estatua en un lugar considerado sagrado plantea preguntas significativas: ¿Representa esta imposición un acto de sincretismo o de proselitismo? La respuesta puede variar según el punto de vista y el bagaje cultural del observador. Para algunos, la Virgen señala al centro de la ciudad y da la espalda al sur, lo que ha sido interpretado como una separación simbólica entre el centro y el norte de Quito. Para otros, la colina mantiene un significado cultural y científico, habiendo sido un lugar de importancia para la gestión del agua y la agricultura antes de la conquista española.
Proselitismo y Transgresión Cultural
La Virgen del Panecillo, con sus 41 metros de altura incluyendo la base, es vista por muchos como un símbolo del proselitismo católico que los conquistadores españoles impusieron a las culturas indígenas. Esta imponente estatua, que supera al famoso Cristo Redentor en Río de Janeiro, está formada por 7.400 piezas realizadas en una aleación de platino, aluminio y otros metales, ensambladas como un rompecabezas, es la escultura de aluminio más alta del mundo.
La imposición de imágenes y deidades occidentales, como Jesús y la Virgen María, sobre espacios sagrados de los incas, es un ejemplo claro de la transgresión cultural que ocurrió durante y después de la conquista. La construcción de la estatua de la Virgen puede ser vista como una forma de afirmar la dominancia del catolicismo en la región, simbolizando la fidelidad y devoción a Dios desde una perspectiva católica.
Para algunos habitantes de Quito, la Virgen del Panecillo no representa su identidad cultural, sino más bien una imposición de símbolos religiosos ajenos. Sin embargo, para los devotos católicos, la estatua es un símbolo sagrado y un recordatorio de la fe y devoción que caracteriza a la ciudad. Esta dualidad ejemplifica el proselitismo que ha existido en Quito desde la época colonial, destacando las tensiones entre la identidad cultural local y las influencias religiosas impuestas.
Por otro lado, la Virgen del Panecillo no solo es notable por su tamaño y materiales, sino también por sus características únicas, como las alas de ángel, que la distinguen de otras representaciones de la Virgen María. Su figura, una mezcla de serenidad y dinamismo, con detalles que reflejan la afinidad de las culturas indígena y española, encapsula la compleja historia de sincretismo religioso en Ecuador.
En consecuencia, podemos afirmar que la Virgen del Panecillo es un símbolo complejo que encapsula la historia de conquista, imposición cultural y sincretismo religioso en la ciudad de Quito. Su presencia en el citado “Shungoloma”, un espacio sagrado precolombino, refleja tanto la historia de dominación como la resistencia y adaptación cultural de los pueblos indígenas de la región.
[1] Antes de la llegada de los españoles a Quito, Ecuador, el cerro conocido como El Panecillo se llamaba “Shungoloma” en lengua quichua. Shungoloma significa “loma del corazón”.
[2] Quichua (también conocido como kichwa o runa shimi) se habla principalmente en los Andes centrales y del norte de Ecuador, así como en algunas partes de Colombia y Perú. Es una lengua quechua con variaciones regionales y dialectos.
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